Sentada en el alfeizar de la ventana, acurrucada, viendo las estrellas mientras su cabello castaño ondeaba a la leve brisa que esa noche mágica de verano traia, recordaba.Besos, discusiones, caricias, locuras, ternura.Le resultaba increible como en apenas medio año se habia convertido de ser una niña a toda una mujer, de no tener sueños a soñar cada noche, de no querer luchar a querer gritar que sigue en pie de guerra.
Al fin, comprendió lo que significaba madurar.Y ella lo habia hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Hey! Tu garabato alimenta mi felicidad.¿Me dejas uno pequeñito?